Cinco días antes de mi viaje a Chile, me hice un test de embarazo. En realidad, me hice dos. Todavía no tenía una ecografía, ni una confirmación médica. Solo una sospecha, una intuición… y un torbellino de emociones.

Esta ecografía me la hice a la vuelta de mi viaje.

¿Y ahora qué hago? ¿Viajo igual? ¿Es seguro? ¿Estoy loca por siquiera pensarlo?

Solo le conté a mi pareja. Necesitaba hablar con alguien. Pero decidí no contarle a nadie más. Sentía que si lo hacía, me iban a frenar, me iban a llenar de miedos que ya de por sí estaba manejando por dentro. Y necesitaba claridad, no ruido.

Las alternativas que barajé (y lo que elegí)

Pensé en ir con un tour, pero eran caros y con itinerarios apurados. No quería correr. Quería conectar. Pensé en alquilar un Airbnb y moverme sola, pero me daba miedo el aislamiento total.

Después encontré algo que me cerraba más: un voluntariado. Iba a cuidar un perrito en Viña del Mar. El lugar ya me llamaba la atención, y tener cubierto el hospedaje y la comida me daba tranquilidad.

No era un “viaje perfecto”, pero era un viaje hecho a mi medida. Tenía lo esencial: techo, tiempo y algo que hacer. Y sobre todo, libertad

Viña del Mar: más que un destino, un refugio

El primer día estaba muy en mi cabeza. Salía poco. Dormía mucho. Me costaba digerir la comida y los pensamientos. Extrañaba a mi mamá, y me daban ganas de preguntarle cosas. Pero elegí el silencio. Sentía que lo necesitaba.

A los pocos días, algo cambió. Empecé a caminar más. Descubrí que Viña era un lugar seguro, amable, con todo cerca. Me sentí acompañada por la ciudad, por su ritmo. Recorrí Valparaíso, Santiago… todo a mi ritmo. Sin exigencias.

Una pausa necesaria antes de lo nuevo

Lo más fuerte de ese viaje no fue lo que vi, sino lo que sentí. Me enfrenté a mi miedo. A mi instinto. A mi deseo de hacer las cosas a mi manera.

No me arrepiento. Fue una decisión que me dio paz. Al volver, hice la ecografía. Y ahí, sí: confirmé que estaba embarazada. Recién entonces se lo conté a mi familia.

Por qué te comparto esto

Porque viajar no siempre es sobre descubrir lugares. A veces, es sobre darte un momento para escucharte. Para hacer espacio antes de una etapa nueva. Para ser fiel a vos misma, incluso si nadie más entiende por qué.

Este fue mi viaje. En silencio. Pero lleno de significado.

Gracias por leerme. Si querés que comparta la ruta exacta, el presupuesto, y cómo encontrar este tipo de voluntariados, avisame en los comentarios. Así preparo la parte 2

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